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El Celemín

Cómo llegar

  • Desde Astorga, por la carretera de Pandorado (LE-451) hasta Villamejil, girar a la izquierda en dirección a Magaz de Cepeda, desde aqui, dirección Combarros hasta llegar a Benamarías.
  • Desde León, tomar la salida de la N-VI hacia Combarros y seguir la carretera hasta el pueblo de Benamarias.
  • Por tren: Linea Palencia-Coruña, bajando en los apeaderos de Vega de Magaz o Porqueros.

Descripción de la ruta

Nombre de la ruta El Celemín
Inicio/Fin Benamarías (Magaz de Cepeda)
Duración aproximada 3 horas
Dificultad Baja
Tipo de ruta Cirular
Punto más elevado 1060 m

La ruta se inicia a la salida de Benamarías en dirección a Vanidodes, donde se toma el Camino de Valdecilla o del Salgueiral, topónimo referido a las salgueras o sauces que crecen junto al arroyo del mismo nombre y sirve, además, como canal de desagüe del embalse de Benamarias. El camino entre robles, alcanza pronto el embalse y tras cruzar la presa de tierra construida por los propios vecinos, continúa hacia el norte por el Camino de Porqueros.

Tierras centenales de secano acompañan ahora al caminante.

Las distintas estaciones ofrecerán el olor de la tierra labrada para el barbecho o la siembra; mares dorados de espigas cernidas; mieses estivales y rastrojos de otoño que celebran, en su desolación, la abundancia de la cosecha.

El camino progresa, ascendiendo suave. Escobas, urces y pinares de repoblación se adueñan poco a poco del paisaje, sin interrumpir, eso si, la vista sobre el valle del Porcos, que articula el municipio. Bordeando el Celemin (1.136 m) por levante, el camino gira bruscamente hacia el sur, en dirección a Zacos, deshaciendo los deshaciendo los paisajes antes descubiertos.

Zacos conserva interesantes muestras de la arquitectura popular cepedana, una ermita y una bonita iglesia que custodia una talla románica de Nuestra Señora.

Al salir del pueblo hacia el campo santo, la ruta inicia el retorno por el Camino del Aspra. Paraje interesante es el de "La Iglesia Caída", reconocible en la actualidad por mostrar frutales descuidados, debió albergar el castro prerromano de Vega de Magaz. Desde allí se divisan Vega de Magaz, Magaz de Cepeda y Benamarías, destino final del recorrido.

Recomendaciones:

  • Es aconsejable llevar ropa y calzado apropiados.
  • Aunque en el recorrido existen algunos manantiales y fuentes, se recomienda no beber agua sin las suficientes garantías sanitarias.
  • Por respeto al entorno y a otros posibles visitantes, evite dar voces o llevar aparatos con ruidos estridentes.
  • La recogida de residuos es muy dificultosa en estos valles. Procure llevar su basura de regreso y depositarla en contenedores.
  • Cuando en la zona haya ganado, no deje suelto a su perro, puede asustar a los rebaños.
  • Procure protegerse del sol utilizando sombreros o gorras y protectores solares.
  • Además de para senderismo, la ruta ofrece inmejorables condiciones para bicicleta de montaña.

Cartografía

Vuelo virtual

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Galería de imágenes

Contenido temático

La agricultura de la zona estuvo basada en el cultivo en secano de centeno y trigo; avena y cebada se introdujeron en épocas más recientes. El cultivo de patatas se inició a finales del s. XVIII, principios del XIX, convirtiéndose en el producto emblemático de la comarca. Cultivos complementarios fueron el lino y los frutales, entre los que las manzanas camuesas, propias de La Cepeda, se cultivaban sobre todo en Vega de Magaz. La necesidad de agua hizo que en Benamarías se construyeran diversas balsas de riego y un embalse. Fue el esfuerzo de los vecinos, remembrando las tradicionales facenderas, el responsable de su construcción. La dureza del territorio y de las labores cotidianas, propició la participación del vecindario en trabajos comunitarios que resultaban imprescindibles para el bien de todos.

El embalse, conocido como de Benamarías o de "La Raldona", mantiene una singular presa construida con tierra prensada, capaz de contener 360.000 metros cúbicos de agua. Anteriores son las pequeñas balsas ocupadas por espadañas, algas y ranúnculos, que se descubren de vez en cuando entre los prados o las tierras de labor delimitadas por muretes de piedra o setos vivos.

Punto elevado en la comarca, el Celemín alcanza los 1.136 m de altitud y da nombre a la ruta. Palabra de origen árabe, el celemín es una medida antigua de volumen y superficie. Aunque los valores cambian de un lugar a otro, en general, la medida de capacidad para áridos equivale a 4,625 litros y la de superficie a 537 metros cuadrados, el espacio de terreno necesario para sembrar un celemín de trigo.

El roble que crece en los montes de Benamarías y Zacos es el melojo o rebollo (Quercus pyrenaica). Propio de la mitad occidental de la Península, se asienta sobre terrenos silíceos y está adaptado a climas secos y continentales. Las hojas anchas, profundamente lobuladas, con gran cantidad de pelos en el envés, semejando en el tacto al terciopelo, suelen permanecer sobre las ramas hasta que aparecen las nuevas hojas y sirven como forraje para el ganado.

Forma montes densos y bajos debido a la capacidad que tiene para brotar desde la raíz. Su madera es muy apreciada como leña y para la fabricación de carbón vegetal. Bajo los robles, gran variedad de matorrales, arbustos y arbolillos, conforman el denso sotobosque. Entre ellos en Benamarías destaca por su abundancia el cerezo de Santa Lucía (Prunus mahaleb). Varias especies de jaras y brezos, que en primavera dibujan un colorista paisaje, actúan como reclamo para las abejas.

La apicultura ha sido siempre una actividad complementaria en la comarca; el Catastro de Ensenada ya recoge la existencia de "gran cantidad de colmenares donde se cosecha miel de brezo de alta calidad, utilizada para consumo propio". Las colmenas tradicionales o truébanos se preparaban con un tronco de árbol hueco y se protegían con una losa de piedra. Todavía son frecuentes en el monte, aunque modernizadas. Siempre alejados de los pueblos, en días cálidos y soleados, sorprende el zumbido de las laboriosas abejas. En su trabajo sin fin, las abejas obreras, capaces de volar hasta tres kilómetros desde la colmena hasta la flor, fabrican diversos productos como miel, cera y jalea real a partir del néctar y el polen de las plantas, con los que abastecen la colmena, a los zánganos y a la reina.

Después del paso del conde Gatón, que durante el s. IX atravesó la comarca en acción repobladora, el actual territorio de La Cepeda estuvo varios siglos bajo la tenencia del obispado de Astorga. Dentro del gran Señorío de La Cepeda, se encontraba el Señorío menor de Castro de Magaz. Gil Fernández de la Carrera fue señor de este territorio, que comprendía el valle del río Porcos o Porqueros, hasta el año 1326, momento en que vende sus posesiones y título al obispo de Astorga, más tarde recuperados por sus descendientes. En torno al año 1543, don Pedro de La Carrera es poseedor del título de "Señor de Valdemagaz". En el s. XVIII, Don Juan Vaca Osorio, conde de Catres, es también señor de Valdemagaz. La familia poseía casa solariega blasonada en uno de los barrios de Benamarías. Las relaciones entre estos señores y sus territorios eran semejantes a las de un propietario y su rentero habitual; además, tenían derecho a nombrar al juez y al cura párroco. La vida cotidiana se regulaba por el Concejo a través de las facenderas y otras prestaciones personales, que aún se mantienen. En los señoríos de Valdemagaz y de La Cepeda eran numerosos los hijosdalgo, cuyo número llegó a ser tan elevado que en el s. XVIII, en el pueblo de Zacos, no existían pecheros, eran todos hidalgos.

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