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Guía de ferias y fiestas

Fiestas y ferias constituyen una de las más ricas manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial de los pueblos de Cuatro Valles. En ellas confluyen creencias y ritos seculares que se han ido adaptando al paso del tiempo según las vivencias de las gentes que las protagonizan. Constituyen el momento idóneo para comprender el símbolo de identidad que es el pendón de cada pueblo, la ofrenda que simboliza el ramo o el repique de las campanas durante una procesión…

A lo largo del año, trabajo y fiesta se suceden condicionados por las tareas agrarias y ganaderas. El sonido de los cencerros en la Zafarronada de Omaña quizá intente despertar a la naturaleza que todavía adormece a final del invierno. Llegada la primavera, la explosión de la vida se celebra por doquier, al tiempo que distintas rogativas imploran la protección del cielo para salvaguardar cosechas y ganados. San Juan, con sus purificadoras hogueras, marca el principio del verano, tiempo de intenso trabajo, pero también de ancestrales romerías, algunas celebradas en recónditas ermitas que quizá manifiesten la cristianización de arcaicos ritos… Es tiempo de convivencia y vecindad, de compartir una buena comida, de bailar y de recuperar los juegos y deportes que siempre se practicaron. Y poco a poco, los días se acortan y con la cosecha recogida y el ganado criado, es momento de agradecer los frutos de la tierra que garantizarán la supervivencia de la familia durante todo el año. El otoño es también tiempo de trueques y ferias, donde obtener un complemento a las rentas familiares con los excedentes obtenidos a costa de tanto esfuerzo. Y llega el duro invierno a los valles y montañas de Cuatro Valles; y la disminución del trabajo propicia la vecindad y algunas celebraciones tan arraigadas como la Navidad, san Antón o san Blas.

Ferias

Desde siempre, se han celebrado en el territorio de Cuatro Valles ferias y mercados, como consecuencia de la necesidad de intercambiar, comprar y vender todo tipo de productos, incluido el ganado. Su importancia en la vida cotidiana es innegable, no sólo por su carácter comercial, sino también por el factor socializador que siempre han tenido; en ellos, además de negocios, se difundían noticias y se establecían relaciones sociales.

Tanto las ferias como los mercados solían celebrarse en una fecha establecida: las ferias, por lo general, se convocaban una o dos veces al año, mientras que los mercados, mucho más habituales, una vez a la semana, cada dos o con periodicidad mensual.

En la actualidad, muchos de ellos han desaparecido y en otros casos han perdido su vocación comercial en favor de eventos de carácter lúdico o turístico.

Fiestas

Sin duda una de las mayores señas de identidad de un territorio son sus formas de vivir y sentir sus fiestas. Se trata de un rico y variado patrimonio que aúna un sinfín de elementos, conocimientos, expresiones, símbolos y manifestaciones que han pervivido al paso del tiempo y que, generación tras generación, se han ido adaptando a él. Un patrimonio muchas veces inmaterial e intangible, extraordinariamente sensible y vulnerable.

Como otro recurso patrimonial de su territorio, el Grupo de Acción Local Cuatro Valles se ha planteado recoger algunas de estas celebraciones festivas de sus comarcas. Se trata de fiestas sencillas, de pueblo, plenas de vitalidad, símbolos, recursos que, no pocas veces, ya solo saben interpretar los más mayores. Fiestas de enorme interés, pues reflejan la identidad de cada uno de los pueblos de nuestro territorio.

Son parte del acervo cultural que hemos heredado de nuestros mayores y que tenemos la obligación de legar a las generaciones venideras.

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