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Laguna de las Verdes

Cómo llegar

  • Desde Villablino se toma la carretera C-623 en dirección a León, después de San Félix de Arce existe un cruce a la izquierda que lleva a las localidades de La Riera y Torre de Babia.
  • Desde La Magdalena en dirección a Villablino (por Babia) por la carretera C-623 0 por la autopista A-66. Dos kilómetros después de Huergas de Babia, se encuentra el cruce hacia Torre.

Descripción de la ruta

Nombre de la ruta Laguna de Las Verdes
Inicio/Fin Torre de Babia (Cabrillanes)
Duración aproximada 4 horas
Dificultad Media
Tipo de ruta Circular
Punto más elevado 1746 m

La ruta se inicia en Torre de Babia, al lado del arroyo que recorre la localidad de norte a sur. Se dirige hacia la torre que da nombre al pueblo y que en su origen, debió cumplir labores de protección de los pasos entre ambas vertientes de la Cordillera Cantábrica.

Al final del pueblo, vuelve a cruzar el arroyo, tomando entonces el camino que discurre valle arriba.

Se deja a un lado un molino y la antigua “fábrica de luz” para, después de un kilómetro de suave ascenso, tomar otro camino, algo más empinado, que accede hasta una majada.

El camino termina en ella, pero desde allí continúan varias veredas que conducen todas ellas hasta la Laguna de Las Verdes.

A partir de aquí, la ruta cambia totalmente de dirección, para dirigirse hacia el noreste.

Sube hasta un pequeño collado, que es el punto más elevado de la ruta, desde donde se toma alguna de las veredas que discurren por la base de las peñas de La Cueña y Tremeo hasta llegar a un chagüezo, denominación local que designa a las lagunas de pequeñas dimensiones. Poco después, se encuentran las ruinas de unos chozos que hasta hace poco tiempo fueron utilizados por los pastores al cuidado del ganado trashumante. A partir de aquí, comienza un pronunciado descenso por una vereda que termina por contactar con el camino por el que se regresa a Torre.

Recomendaciones:

  • Es aconsejable llevar ropa y calzado apropiados.
  • Aunque en el recorrido existen algunos manantiales y fuentes, se recomienda no beber agua sin las suficientes garantías sanitarias.
  • Es mejor llevar agua.
  • Por respeto al entorno y a otros posibles visitantes, evite dar voces o llevar aparatos con ruidos estridentes.
  • La recogida de residuos es muy dificultosa en estos valles. Procure llevar su basura de regreso y depositarla en contenedores.
  • En invierno el camino puede complicarse por la presencia de hielo y nieve por lo que se recomienda no realizar la ruta a no ser que se disponga de equipo adecuado.
  • Sin la zona hay ganado, no Ileve a su perro suelto.
  • En la alta montaña pueden producirse desprendimientos

Cartografía

Vuelo virtual

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Contenido temático

Alejada de las principales vías de comunicación, Torre mantiene como pocos, la esencia de los pueblos babianos. Las primeras evidencias de poblamiento se remontan a la Edad del Bronce, periodo amplio que abarca desde el 1.800 al 800 a. C. Desde ese momento se han datado dos hoces de bronce halladas en la zona. Resulta muy curioso que un molde, muy similar al utilizado para fundir estas piezas, fuera hallado en un castro situado en Santiago de la Valduerna, cerca de La Bañeza, lo que podría reflejar las importantes relaciones que han existido entre la montaña y el Ilano desde tiempo inmemorial.

Durante toda la Edad Media, pudo jugar un papel estratégico, albergando una torre fortificada de la que aún se conservan parte de sus muros y que debió servir como punto de control del tránsito de personas y mercancías entre  vertientes leonesa y asturiana de la Cordillera Cantábrica.

Pero Torre continuó siendo un lugar de interés, como lo atestigua que varios miembros de la familia Quiñones, señores de estos valles durante centurias, eligieran su iglesia como lugar para su reposo eterno.

Vivir permanentemente por encima de los 1.500 metros de altitud resulta difícil. Sólo algunas especies muy bien adaptadas a las condiciones de la alta montaña, son capaces de conseguirlo. Algunas aves como el gorrión alpino o las chovas, frecuentan estos medios, aunque incluso ellas descienden a zonas más resguardadas en lo más crudo del invierno. Lo mismo que la mayoría de las aves de montaña que sólo viven en las zonas más altas durante el verano, mientras crían y sacan adelante a su prole, para descender a los valles con las primeras nevadas.

Los mamíferos adoptan diferentes estrategias para subsistir. Los canchales son las zonas más utilizadas por ellos durante el invierno, ya que recogen el calor del sol y la nieve se deshace antes. Algunos pequeños roedores optan por hibernar y esperar a que las condiciones mejoren; otros almacenan alimento y permanecen activos durante todo el invierno aunque por encima estén totalmente cubiertos de nieve. Entre los grandes mamíferos destacan los rebecos que tampoco abandonan la zona y subsisten al invierno ramoneando la escasa hierba o los matorrales que encuentran.

Muy probablemente, la denominación de Las Verdes aluda a la densa vegetación que cubre la laguna durante los meses de verano.

Resulta normal que los lagos de montafia de origen glaciar tengan gran profundidad, lo que limita el crecimiento de vegetación acuática en ellos, Sin embargo, Las Verdes esta sufriendo un proceso de colmatación, es decir, está siendo rellenada por los aportes de materiales arrastrados tanto por el arroyo de Torre, como por los derrubios de la pedriza situada en su orilla, que ha supuesto una notable reducción de su profundidad. Algunas especies de juncos y equisetos han aprovechado esta circunstancia para enraizar en su fondo.

Además de la laguna mayor de Las Verdes, existen algunas otras pequeñas lagunas, denominadas en Babia chagüezos, que poco a poco también se han ido colmatando, por lo que en la actualidad apenas son sino zonas permanentemente encharcadas, que se diferencian de los pastizales por mantenerse verdes durante todo el verano,

Resulta especialmente llamativa la vegetación de los roquedos que utiliza el corto periodo estival para completar su ciclo vital. La espectacular floración atrae con rapidez a los insectos, garantizando así su polinización. Presentan con frecuencia estructuras carnosas y otras adaptaciones que les permiten sobrevivir en un medio en el que el agua y los nutrientes suelen resultar escasos

Desde la creación del Honrado Concejo de la Mesta, alrededor de 1273, la ganadería trashumante se convirtió en una de las actividades económicas más pujantes. Los grandes rebaños de merinas que pasaban los inviernos en las dehesas de Extremadura, en la meseta o en La Mancha, buscaban en las montañas del norte los pastos de los que carecían allí, Los puertos septentrionales de León, con extensas praderas, situadas muchas veces por encima de los 1.200 metros, se convirtieron así en destino habitual de una creciente cabaña ganadera que tuvo su máximo exponente en los siglos XIV y XV.

Buena parte de estos pastos son improductivos durante una parte del año debido a la climatología, pero su periodo de máxima productividad coincide con el periodo en el que el pasto escasea en las tierras del sur.

Torre fue uno de los pueblos de Babia que más terreno destinó a puertos de verano, Sus ingresos por el arrendamiento de los pastos ascendían a los 7.000 reales, sólo superado por otras localidades de reconocida tradición trashumante como La Cueta o Abelgas.

También fueron famosos los mayorales de la localidad.

Los puertos de verano adquirieron tal importancia que dieron lugar a numerosos litigios. Detrás de las peñas de La Cueña y  Tremeo, se abre un valle que vierte las aguas al Río Cebolledo, tributario del Sil, poco después de pasar por la localidad de La Cueta. En él se ubicaban algunos de los mejores puertos babianos como Los Calderones, El Corralón y Cuetalbo. Pero, a pesar de la cercanía a La Cueta, todos ellos pertenecen a Torre de Babia. Una de las explicaciones más argumentadas cuenta como las disputas entre los dos pueblos para determinar la propiedad de estos pastos se remontaban mucho tiempo atrás. Para acabar con el litigio, convinieron en que un cura actuara como juez. Los representantes de ambos pueblos y el cura se desplazaron al valle y el veredicto del párroco no admitía duda: “Juro que estoy pisando tierra de Torre”. Parece ser que para evitar cometer perjurio, antes de subir había metido en sus botas unos puñados de tierra de un huerto de Torre.

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