DVD Promocional
Ribera del Omaña
Cómo llegar
- Desde León a La Magdalena por la carretera CL-623. En La ‘agdalena se toma el desvío por la carretera LE-493 hasta Riello. A la entrada del pueblo está la desviación hacia Trascastro de Luna.
- Desde Villablino se sale por la carretera hacia Rioscuro, donde se toma la carretera LE-493 hacia Riello. A la salida de Riello está el desvío hacia Trascastro.
Descripción de la ruta
Nombre de la ruta Ribera del Omaña
Inicio/Fin Trascastro de Luna (Riello)
Duración aproximada 5 horas
Dificultad Baja
Tipo de ruta Circular
Punto más elevado 1200 m
El antiguo camino que comunicaba Trascastro e Inicio, remonta el río Omaña entre prados de siega, sebes y muros de piedra: un paisaje modelado durante siglos por los habitantes del valle.
Muy cerca de Inicio, un punto de interpretación permite descubrir un rincón bien conservado del bosque de ribera que antaño debió ocupar buena parte de la vega.
Desde Inicio, se puede regresar a Trascastro por la margen derecha del río (si no se quiere hacer la ruta completa), aunque merece la pena subir la cuesta de La Lomba, desde donde se puede contemplar una de las mejores panorámicas del valle.
Poco a poco, el camino asciende por la ladera, merece la pena detenerse en la mesa que interpreta el paisaje, Las zonas bajas, más fértiles y frescas gracias al río, eran aprovechadas para huertos, linares... Las más altas en las solanas, tierras de secano, en las que se cultivaban los trigos y centenos que garantizaban el grano para amasar el pan.
Hoy su casi total abandono se percibe en un paisaje dominado por escobas y otros matorrales. Castro, Campo y Santibañez, todos de La Lomba, del histérico Concejo de La Lomba de Campestedo, se asoman al valle desplegándose en laderas, rememorando antiguos asentamientos en castros.
Desde Campo de la Lomba, se desciende al valle del arroyo Negro. Un viejo molino al cruzar el río, habla de otras formas de hacer las cosas. El camino discurre ahora por la otra ladera, atravesando un robledal que alberga una gran riqueza viva. Contrasta esta ladera (umbría), de donde se sacaba la lefia para el invierno, con la solana que arropa los pueblos y las tierras de cultivo ya abandonadas.
Llegando de nuevo a Trascastro, el castillo y el puente nuevo revelan el ayer y el hoy de una comarca que poco a poco despierta del letargo en el que ha estado sumida y permite descubrir al caminante no sólo su riqueza natural, sino también y sobre todo, su historia, su cultura y sus tradiciones.
Recomendaciones:
- Es aconsejable llevar ropa y calzado apropiados. En época de riego de los prados, el camino puede estar parcialmente encharcado.
- Es recomendable llevar agua.
- Si hace la ruta con su perro, no debe dejarlo suelto ya que podría espantar al ganado.
- Procure protegerse del sol utilizando sombreros y/o gorras y protectores solares.
- Por respeto al entorno y a otros posibles visitantes, se recomienda no dar voces ni llevar aparatos con ruidos estridentes.
Cartografía
Vuelo virtual
Galería de imágenes
Contenido temático
Aunque en todos los pueblos ribereños se cruzaba el río en zancas, es en Trascastro donde esta costumbre ha pervivido hasta nuestros días, por la inexistencia de puente hasta 1998 y la necesidad de trabajar las, tierras en la otra orilla, Dice Germán, uno de los vecinos mi experimentados, que no es nada fácil andar entre las piedras del río.
Que las utilizaban más los hombres, aunque alguna mujer “de las de rompe y rasga”, las manejaba con destreza, Cuenta también que las caídas eran peligrosas, que a una vecina se le clavó el palo entre “el redondo y el rasgao” y estuvo muy grave.
Se buscan palos de negrillo con buena horquilla y se trenza el asiento para el pie, con varas de salguera, que deben recogerse en invierno.
Aunque en todos los pueblos ribereños se cruzaba el río en zancas, es en Trascastro donde esta costumbre ha pervivido hasta nuestros días, por la inexistencia de puente hasta 1998 y la necesidad de trabajar las tierras en la otra orilla, Dice German, uno de los vecinos mii experimentados, que no es nada fácil andar entre las piedras del rio.
Que las utilizaban más los hombres, aunque alguna mujer “de las de rompe y rasga’, las manejaba con destreza. Cuenta también que las caídas eran peligrosas, que a una vecina se le clavó el palo entre “el redondo y el rasgao” y estuvo muy grave.
Se buscan palos de negrillo con buena horquilla y se trenza el asiento para el pie, con varas de salguera, que deben recogerse en invierno. Alisos, sauces o negrillos juegan sobre el cauce del río, llegando los de una y otra orilla a juntar sus ramas, conformando uno de los bosques galería mejor conservados de la provincia de León, Estas condiciones de umbría y permanente frescura en el suelo, potencian el asentamiento de bosques de ribera en los que estén también presentes chopos y abedules
Citado en distintos documentos medievales el castillo de Trascastro se integraba en el conjunto de fortalezas que constituyeron durante años el sistema defensivo del reino astur leonés contra los musulmanes. Tras diversos avatares, fue cedido a la casa de Luna por Pedro 1 El Cruel, en reconocimiento a los servicios prestados durante la guerra con Enrique de Trastámara, pero años más tarde, el rey mandó demoler el castillo por su enfrentamiento con el Conde de Luna, quedando apenas las ruinas que aún hoy se contemplan.
Los molinos, muchos a lo largo del recorrido, narran ahora en su silencio, como cualquier recurso que ofreciera el entorno era de utilidad.
El agua en trigo, que se cultivaba en las solanas de las lomas altas. Con la paja, los “techadores” tejían las cubiertas de las casas, a las que sólo había que “dar vuelta” cada cinco o seis años.
Las vegas de los ríos sustentaban cultivos que precisaban la frescura y fertilidad del suelo. Ahora, casi sólo se obtiene de ellos hierba, que se siega en verano, Cada vez hay mis tierras abandonadas que se adivinan gracias a los muretes de piedra que servían de linderos, a las portillas de acceso y a las “sebes”, setos vivos que el dueño de la finca preparaba entrelazando ramas de paleras (sauces).
Hoy también las sebes están desapareciendo de nuestros campos; han perdido su funcionalidad para el hombre. Pero conservan un importante papel ecológico al servir de alimento y refugio a especies de aves y pequeños mamíferos, su incesante devenir.