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Entre Portilla y Sagüera

Cómo llegar

  • Desde La Magdalena se toma la carretera C-623 dirección Villablino. Tras 2,7 kilómetros, un desvío a la derecha conduce a Portilla de Luna.

Descripción de la ruta

Nombre de la ruta Entre Portilla y Sagüera
Inicio/Fin Portilla de Luna (Los Barrios de Luna)
Duración aproximada 5 horas y media
Dificultad Media
Tipo de ruta Cirular
Punto más elevado 1633 m

La ruta comienza en Portilla de Luna y se dirige hacia Sagüera por un camino de gran pendiente. A la entrada de Sagüera se encuentra la iglesia del Corpus Christi. Será necesario atravesar todo el pueblo para tomar la pista que recorre el pequeño valle de La Villerma.

El camino abandona el valle para dirigirse hacia un collado que divide los términos de Sagüera y Mirantes, desde el que se desciende hacia Borbusende por cortafuegos y pistas forestales. Una vez en el fondo del valle, se toma el camino valle arriba hasta el alto de la Sierra Negra, para continúar el ascenso hacia el Collado Tijero, lugar más elevado de la ruta, desde donde se contemplan unas espectaculares vistas. A partir de aquí, comienza un pronunciado descenso hasta regresar a Portilla.

Recomendaciones:

  • Es aconsejable llevar ropa y calzado apropiados.
  • Cuando en la zona haya ganado, no deje suelto a su perro, puede asustar a los rebaños.
  • Por respeto al entorno y a otros posibles visitantes, evite dar voces o llevar aparatos con ruidos estridentes.
  • La recogida de residuos es muy dificultosa en estos valles. Procure llevar su basura de regreso y depositarla en contenedores.
  • Se recomienda llevar agua.

Cartografía

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Contenido temático

Los hábitos crepusculares o nocturnos de los mamíferos y sus costumbres retraídas, hacen que sean muy difíciles de observar directamente. Sin embargo, en sus movimientos habituales en busca de alimento o cuando delimitan sus territorios, dejan numerosas evidencias de su presencia que, solo con observar atentamente, se encuentran en gran número. Una vez descubiertas, habrá que tener en cuenta su forma, su tamaño, su aspecto o su ubicación, para llegar a saber qué animal ha pasado por allí.

Las huellas permiten, con un simple vistazo, distinguir ungulados, como jabalí, corzo, rebeco, oveja o vaca, si la huella tiene la típica forma de pezuña y carnívoros, como perro, zorro, lobo, tejón, gato montés o garduña, si se diferencia la planta y cada uno de los dedos. Después, será necesario afinar más para poder determinar a que especie en concreto corresponde la huella encontrada.

Las orillas de los arroyos, los charcos o las zonas arenosas son los lugares donde existe más probabilidad de que los animales dejen bien marcadas sus huellas.

La ruta transita por varias repoblaciones forestales y, sobre todo, por algunas de las infraestructuras de las mismas, como pistas forestales y cortafuegos.

Se trata de un conjunto de actuaciones llevadas a cabo desde la década de los sesenta, por la administración forestal de la provincia. Su principal objetivo era paliar los graves problemas de erosión y pérdida de suelo que sufrían estos valles, tras años y años de uso intenso y quemas sistemáticas.

Las zonas reforestadas suelen estar muy degradadas, con avanzados procesos erosivos, fuertes pendientes en las laderas que acentúan el proceso y tapizadas por un manto de atorral de urces (brezos), resultado de repetidos incendios. Aunque no se descarta su aprovechamiento económico sostenible, las repoblaciones han tenido y tienen por objeto, frenar esta degradación del suelo y restituir la superficie arbolada. Para ello se han empleado tradicionalmente especies pioneras de crecimiento rápido, capaces de sobrevivir en suelos muy empobrecidos, como abedules o pinos silvestres.

Estas especies mejoran poco a poco las condiciones edáficas, dan poco a poco las condiciones edáficas, dan sombra y protección, lo que permite, al cabo de cierto tiempo, la instalación de otras especies más exigentes en sus requerimientos ecológicos, como robles, cerezos o serbales, que ya proliferan en algunas zonas del recorrido, como en el valle del pinar de Mirantes, una antigua repoblación de más de 40 años, en la que los robles albares y los abedules crecen entre los pinos, estando el sotobosque tapizado por arándanos. En la actualidad, las técnicas forestales intentan compaginar los plantones de ambos grupos, incluyendo el mayor número de especies posible, en función de la calidad del medio. Las repoblaciones precisan tratamientos selvícolas periódicos, como podas, limpias o clareos, destinados a proporcionarles la estructura idónea. Si no se ejecutan, pueden conducir a masas muy espesas, como ocurre en algunas del recorrido.

Los sabinares

Los bosques de sabina (Juniperus thurifera) proliferaron durante el último periodo glaciar, cuando solo las coníferas como ellas, eran capaces de soportar las extremas condiciones de frío y sequedad reinantes. A medida que el clima se fue suavizando, las sabinas fueron quedando relegadas a unos pocos enclaves donde las especies de frondosas, como los robles o las hayas, eran incapaces de crecer. Se trata de parajes donde escasea el agua, y los suelos están muy poco desarrollados.

Son pocas las especies que acompañan a las sabinas y todas muestran un marcado carácter mediterráneo, como los tomillos, oréganos o lavandas. La denominación científica de thurifera se refiere a la producción de incienso, ya que su madera es muy aromática y cuando se quema, produce un olor que según las creencias populares "ahuyenta a los insectos y hace huir a las culebras".

Los robledales

Los robledales son otras de las formaciones boscosas autóctonas que aparecen en la ruta. Han sufrido un aprovechamiento tradicional mucho más intenso que los sabinares, por lo que apenas existen en la actualidad masas maduras, con individuos de distintas edades y bien estructuradas. у Los bosques de roble tienen multitud de utilidades: su leña es de gran poder calorífico; producen suelos de buena calidad para la agricultura, por lo que han sido eliminados para la obtención de pastos y tierras de cultivo; su madera se ha usado durante siglos en la construcción, para la estructura de las casas, en los corredores, como los que todavía pueden contemplarse en Portilla o en Sagüera.

Los robles, se podaban tradicionalmente a finales de verano para obtener "hoja", ramas que se almacenaban y servían como alimento al ganado cuando las reservas de hierba de los pajares comenzaban a escasear durante el invierno.

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