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La braña de la Degollada

Cómo llegar

  • Desde Ponferrada se toma la carretera C-631 hacia Villablino. Esta carretera pasa por Palacios del Sil.
  • Desde la Magdalena, hay que dirigirse hacia Vil lablino. por la carretera C-623. Allí se toma dirección a Ponferrada (C- 631), carretera que rasa por Palacios del Sil.

Descripción de la ruta

Nombre de la ruta Ruta de la Braña Degollada
Inicio/Fin Palacios del Sil
Duración aproximada 3 horas
Dificultad Baja
Tipo de ruta Lineal
Punto más elevado 1230 m

Cuenta la leyenda que, en el poblado de Barzanietxa, una joven doncella con cara de rosa y piel de nieve, fue obligada a contraer matrimonio con un viejo y libertino cacique. Pero un día, fue sorprendida en brazos de un joven brañeiro, con el que mantenía una creciente amistad. Arrebatado por los celos, el viejo le cortó la cabeza, por lo que desde entonces, la braña recibe este triste nombre: La Degollada.

La ruta se in icia en Palacios del Sil en el puente medieval sobre el río Sil, que será necesario cruzarpara iniciarel ascenso. El camino sigue hasta ahora la carretera que va a Salientes; tras pasar la vía del tren, será necesario desviarse para tomaruna pista que sale a la izquierda y conduce hasta la braña.

La pendiente es importante, pero el camino va ascendiendo poco a poco. Al ir ganando altura, se empiezan a contemplar magníficas panorámicas del valle, encajonado entre laderas montañosas pobladas de bosque. En el fondo, el Sil discurre altivo, con mucha energía, precipitándose con rapidez hacia el Bierzo. Su curso divagante ha formado una amplia vega sobre la que ahora se asienta Palacios, con sus tejados negros de pizarra, estos huertos y sus tierras de labor.

El camino discurre por un bosque mixto, abundantes en toda la comarca del Alto Sil y, en muchas ocasiones muy bien conservados.

Cuando el bosque se clarea y surgen entre el arbolado prados de siega, hay que dejar de la pista por un camino a la izquierda, algo camuflado por el paso del tiempo y el desuso. Por él, a pocos metros, se llega al poblado de Barzanietxa o La Degollada.

La braña está hoy casi abandonada aunque conserva en pie algunas de su s cabanas. En sus calles es posible descubrir conmo se distribuía el espacio, los distintos elementos que precisaban los brañeiros en su trabajo cotidiano y, sobre todo, el saborde unas form as de vida bien distintas a las actuales.

Continuando por el camino hacia el nordeste, una amplia zona de pastos, La Penalba, conserva restos de chabolas o corrales donde se guardaban los animales.

Para regresara Palacios, habrá que desacer el camino andado.

Recomendaciones:

  • Es aconsejable llevar ropa y calzado apropiados.
  • Cuando en la zona haya ganado, procure no dejar suelto a su perro. Puede espantar los rebaños.
  • Se recomienda llegar agua.
  • Por respeto al entorno y a otros posibles visitantes, evite dar voces o llevar aparatos con ruidos estridentes.
  • La recogida de residuos es muy dificultosa en estos valles. Procure llevar su basura de regreso y depositarla en contenedores.

Cartografía

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Contenido temático

En el Alto Sil, una braña es un terreno ganado al monte para pastos, aprovechados tanto a diente, directamente por los animales, como en fonna de prados segados en verano, para servir como heno durante el invierno. El tener el ganado en el monte, exigía la presencia, al menos temporal, del pastor, por lo que se fueron construyendo cabanas,que dan a la braña su dimensión actual.

Las cabañas albergan tanto la cuadra para los animales, como el espacio para el brañeiro, un exiguo habitáculo donde además del fuego, se dispone su cama, con un xergón de fuechas (hojas de maíz), algún tayuelo de madera o una sencilla lacena, apenas una repisa depiedra en el muro para guardar loscacharroso los alimentos. Con fonnan la Degollada hasta 22 cabañas agrupadas en un rellano, abrigadas en la ladera.

Las cabañas solían ser de uso particular, aunque había algunas medianiles, compartidaspor dos o más fam ilias. A ella subían indistintamente hombres y mujeres, pero a sega, iban casi siempre los hombres. Cada familia llevaba sus propias fincas, aunque el monte es terreno comunal, en la acrualidad dependiente de una Mancomunidad que integra a cinco juntas vecinales.

La mayor parte de la hierba segada en la braña se bajaba al pueblo en carros.Como iban muy cargados y carecían de frenos, se cortaban piornos con losque ir reteniendo el carro en el descenso.

Los piornos servían luego para atizar el fuego e incluso para preparar gabuzos,una especie de antorchas.

La hierba restante se guardaba en el parreiro de la cabana, una estancia bajo la cubierta donde también se almacenaba boja de roble y fresno seca.

Además de las vacas, muy rústicas y que producían poca leche pero muy grasa, la familia subía también a la braña el ganado menudo, que encerraba por la noche en la trouxa,corros de piedra en las laderas para resguardarle del lobo. En ocasiones subían también los gmitos (cerdos) que sacrificados en San Martino, servirlan de alimento para todo el año.

Cada año, al llegar la primavera, la braña volvía a albergar el bullicio de su actividad estival. De mayo hasta octubre, o hasta que la nieve lo permitiera, la vida de los brañiros transcurría con mucho trabajo y pocos sobresaltos.

Aunque algunos pasaban el verano en la braña, muchos subían cada tarde desde el pueblo para ordeñar el ganado, sobre todo las vacas. La leche se recogía en cántaras que se guardaban en las
utxeras, donde se mantenía fresca y al amparo de los animales.

Tras recoger el ganado, preparaban la cena, casi siempre patatas con sebo o sopas de leche y, después de cenar, se organizaba en alguna de las cabanas, por turno, el filandón. Era el momento de la imaginación, de las historia, de las canciones que se acompañaban con panderetas. Momento en que la tradición, mantenida en la memoria de los viejos, fluía a la luz del fuego para ser trasmitida a los más jóvenes.

Ala mañana siguiente, tras ordeñar de nuevo, la leche se bajaba al pueblo en caballerías, cuando había, donde hábiles manos la transformaban en manteca, garantizando con ello su conservación.

El día trascurría en las labores cotidianas, la siega, el campo, la casa... por la tarde, regresaban a la braña, y siempre había un rato para jugar con pelotas hechas a base de corteza de abedul o al pasabolos.

Gustaba a los brañiros gastar bromas a los vecinos de otras brañas próximas, y sobre todo, cantarles txácaras, parodias sobre las mismas. A veces se encendían hogueras por la noche, como el 23 de junio, que se veían desde Palacios o desde las otras brañas del entorno.

Los montes del Alto Sil, han sido desde siempre una fuente de riqueza para los habitantes de esta comarca. De ellos se obtenían la mayor parte de los recursos necesarios para la supervivencia, siendo la base de todas sus actividades económicas.

Regulados por ordenanzas ancestrales, muchas veces de tradición oral, pero conocidas por todos los vecinos, los montes no eran sólo la cubierta arbórea que proporcionaba leña para el hogar y la cocina o madera y fustes para la construcción, elaboración de herramientas y aperos. Eran también, y son, los pastos y praderías donde pace el ganado, los cazaderos donde se obtienen jabalíes o perdices, fuente inagotable de recursos complementarios, pero imprescindibles, como mil, setas, plantas aromáticas y medicinales, frutos silvestres.

Entre los bosques que albergan las montañas del Alto Sil, destacan los castañares, tanto por su considerable extensión, como, y sobre todo, por el tamaño y edad de algunos de los castaños en ellos presentes.

Aunque se trata de bosques históricamente manejados por el hombre (las crónicas cuentan que los romanos potenciaron su cultivo como fuente de alimentación para los esclavos), su estado de conservación es notable.

Los castañares exigen numerosas tareas para su mantenimiento, que pasan por la poda, que modela la fisonomía de los árboles, la limpieza del sotobosque, et.

Las apreciadas castañas se recogen en otoño. Han sido parte importante de la dicta de estas gentes durante cientos de años, consumidas con leche, cocidas y de mil otras maneras. Y tan valoradas como por el hombre, lo son por el oso o por el jabalí, que furtiva-mente entra en los castañares al atardecer en busca de sus mutritivos tesoros.

Los troncos de los castaños, retorcidos y huecos casi siempre, sirven de refugio y cobijo a una nutrida fauna, que encuentra en ellos condiciones óptimas para sacar adelante a su prole. Cadadía, retumba el eco del cárabo en el monte. Su sonido profindo y melodioso habla de la noche, habitada por murciélagos, topillos silenciosos v numerosos mamíferos aue cazan al amparo de las sombras.

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